En esta receta preparamos una tarta capuchina clásica, un postre jugoso y esponjoso elaborado principalmente con yema de huevo y almíbar. Se hornea suavemente hasta cuajar, obteniendo una textura muy tierna y húmeda, distinta a la de un bizcocho común. Lleva pocos ingredientes y requiere algo de mimo, pero el resultado merece la pena.
El origen de esta tarta de yema proviene de los conventos de clausura, ya que es uno de los dulces que solían elaborar en su interior. El nombre de la tarta capuchina hace referencia a las monjas capuchinas, pertenecientes a la orden de las clarisas. Como toque final, se espolvorea azúcar por encima y se marcan líneas con varillas calientes, logrando un acabado visual de cuadrícula tostada o ligeramente quemada.
Si queréis aprovechar las claras de los huevos sobrantes al hacer esta receta, podéis elaborar un delicioso soufflé de merengue. Y si queréis otra receta con yemas, probad las clásicas yemas de Santa Teresa.
Ingredientes
- 12 huevos
- 40 g de fécula de maíz
- 300 g de azúcar
- 300 ml de agua
Como hacer tarta capuchina
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Mezclar la base de la tarta correctamente
Coloca en un bol los dos huevos enteros junto con las diez yemas. Añade la fécula de maíz tamizada y bate con varillas o robot hasta obtener una mezcla uniforme, espesa, bien aireada y con volumen duplicado.
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Preparar el almíbar
Pon en un cazo el azúcar y el agua. Calienta a fuego medio hasta que hierva y aparezcan burbujas pequeñas y continuas. No hace falta remover. Cuando tenga una textura ligeramente densa, retira del fuego.
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Preparar el molde para hornear
Forra el molde con papel de aluminio, unta ligeramente con mantequilla y vierte dentro la mezcla de huevos y fécula. Alisa la superficie para que la cocción sea uniforme.
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Hornear la tarta capuchina
Introduce el molde en el horno precalentado a 170 ºC y hornea durante 30 minutos aproximadamente. La tarta debe quedar cuajada pero tierna. Evita abrir el horno para que no pierda volumen.
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Empapar la tarta con el almíbar
Saca la tarta del horno y, sin desmoldarla, pincha la superficie con una varilla o palillo fino para crear orificios por donde entrará el almíbar. Vierte el almíbar caliente de manera uniforme por toda la superficie, asegurando que penetre bien y aporte humedad.
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Desmoldar y espolvorear azúcar glas
Cuando la tarta haya absorbido todo el almíbar y esté templada, desmóldala con cuidado y espolvorea azúcar en polvo por encima.
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Quemar la superficie
Calienta varillas metálicas al rojo vivo y colócalas suavemente sobre la superficie espolvoreada de azúcar, haciendo líneas horizontales y verticales. Este proceso carameliza el azúcar y crea los cuadrados tostados tan característicos.